Un 'templo consagrado a la salud'
Todo en La Toja es legendario: desde las historias sobre cómo se descubrieron las virtudes curativas de sus aguas termales hasta la revolución de la higiene que produjo su fábrica de jabones. Diseñado por el arquitecto ourensano Daniel Vázquez-Gulías, la isla y su Gran Hotel han sido el hogar veraniego de importantes personalidades desde hace más de cien años.
En 1841, el químico y farmacéutico Antonio Casares halló en sus aguas termales calcio, hierro, magnesio y sodio, ideales para curar ciertas enfermedades. La isla se hizo famosa gracias a la existencia de sus aguas termales, que ya en 1899 se utilizaban en terapias balnearias. Durante este mismo siglo, el marqués de Riestra, propietario de la isla, vio en La Toja el potencial para convertirse en un destino turístico de lujo, una visión revolucionaria para su época.
Tras iniciar un concurso internacional para la construcción de un gran hotel-balneario, en 1907 se inaugura el Gran Hotel, obra de Vázquez-Gulías. Complementando el desarrollo de la infraestructura, en 1911 se construyó un puente de cemento de 400 metros de longitud, que en su momento fue el más largo del mundo. Unos años más tarde, en 1916, el Gran Hotel La Toja fue el escenario del primer rodaje cinematográfico en Galicia, evidenciando su apuesta por la innovación cultural e industrial.
El Gran Hotel se distingue no solo por su diseño, sino también por ser un lugar emblemático donde importantes personajes de la sociedad se han hospedado durante más de un siglo. La isla de La Toja ha sido un destino muy apreciado por la realeza y la aristocracia desde su apertura, y además de ser un centro termal, también fue famosa por su fábrica de jabones, la cual se convirtió en un referente en la industria cosmética y de higiene.
En 1989, el Club Bildelberg escogió este emplazamiento para llevar a cabo una de sus reuniones anuales. Entre sus miembros se encontraban los reyes de Bélgica, el magnate David Rockefeller y Henry Kissinger. También se hospedaron allí personalidades como Gabriel García Márquez o Severo Ochoa, quien calificó el Gran Hotel como “un auténtico templo consagrado a la salud”. A lo largo de los años, el hotel ha sido escenario de numerosos eventos culturales y literarios, siendo un lugar de encuentro para artistas y escritores.