Las mil caras de Lisboa
La capital portuguesa nació hace más de 3.000 años, lo que la convierte en una de las ciudades más antiguas de Europa. La ciudad que hoy conocemos inició su recorrido en el Neolítico y la Edad de Hierro, se convirtió en la romana Olisipo, en la al-Ušbūna islámica, en la Lixbona medieval y, poco a poco, tras la edad moderna y la revolución industrial fue asentando su personalidad actual, una Lisboa abierta, cosmopolita, cultural y con un legado histórico incalculable.
El espíritu aguerrido
Una de las partes claves en la historia de la ciudad fueron las murallas, imprescindibles frente a la amenaza de pueblos extranjeros. La primera se construyó en el siglo I y, con el paso de los años, llegó a rodear toda la ciudad. Tras diversas remodelaciones, se adaptó a la vida urbana a finales del siglo XV siendo parte de muchos de los palacios de la zona ribereña. El Áurea Museum fue uno de estos palacios y hoy se puede ver en su exposición una parte de esta valiosa muralla.
El pasado noble
Paseando por la exposición podrás trasladarte al siglo XVI, momento en el que el Áurea Museum fue hogar de nobles portugueses. Distribuido en dos plantas, en la superior podrás acceder al salón para recibir invitados, a las habitaciones y al área de jardines. También podrás visitar en la planta baja las las cocinas, la despensa, la bodega, los alojamientos de los sirvientes y los almacenes para las mercancías fruto del comercio de oriente y norte de Europa.
El sello portugués
Una de las señas de identidad de la decoración portuguesa es el uso de azulejos. Desde que el rey Don Manuel los encargara para el palacio de Sintra a finales del siglo XV, esos se convirtieron en un elemento decorativo clave en palacios, capillas, casas de nobles e iglesias. Además, son más que un simple adorno. Si te fijas, podrás ver en ellos desde representaciones de batallas a escenas cotidianas e incluso satíricas.